Qué trabajadores y progresistas son todos ellos. Nadie tiene prisa y cada uno hace su trabajo. Alguien está lamiendo el coño, alguien está metiendo en la boca y todo es tan rápido y con sentimiento. Un mar de pasión y temperamento. La rubia es inteligente, sabe lo que hace, no tiene que decirme nada. Los chicos están tan hambrientos, como si llevaran medio año esperando y sin tener sexo, jadean como máquinas de vapor.
Las japonesas son todas naturales: pechos y coño. No se inyectan silicona, no se afeitan. Y a los hombres les encanta. Y yo le metería la mano en el coño en lugar del dedo, para que se afeite el coño la próxima vez. Por supuesto, estas hembras domésticas fingen que son tan tímidas e indefensas, pero el jugo que gotea demuestra que a ella le gusta mucho. Y el marido le masturba el clítoris a su antojo: ¡ella es sólo un juguete para su pene!